miércoles, 3 de septiembre de 2008

Crónicas de una asesina (1)

Ayer me dirigía a mi casa, estaba tan estresada por todos esos problemas del trabajo que sabia que lo único que me podría ayudar era volver a hacerlo.

Tal vez muchos crean que es estúpido, pero yo creo que no hay mejor forma para sacar tanto estrés, cansancio y tanto odio y rencor contra los que parece que su objetivo es hacernos la vida imposible. Yo pienso que ya somos demasiados seres en este mundo, y lo destruimos, así que creo que es una gran manera de ayudar al mundo quitándole un poco de carga, además de lo relajante que es. De esa manera, ayudo al mundo y a mi misma.


Bueno, como decía, me dirigía a mi casa pero hice una breve parada en un autoservicio para comprar un poco de licor que aliviara esa sed enorme que tenía por tanto calor en el día, aunque debo admitir que la noche era agradable, lo suficiente como para disfrutar ese licor. Así que lo compre y vi como una mujer un tanto desequilibrada salía del autoservicio delante de mi, estaba borracha, traía un suéter y un vestido muy desgastados y llenos de mugre, su cabello parecía no haber sido peinado durante meses además de estar algo canoso, su olor era nauseabundo, parecía no importarle nada o más bien creo que no se daba cuenta de lo que sucedía a su alrededor. Llamo totalmente mi atención, así que la seguí con la mirada mientras me dirigía a mi auto. Vi que caminaba hacia un callejón obscuro y solitario, de inmediato supe que era candidata perfecta así que dejé el licor en el auto, lo cerré, verifique que nadie notará mi presencia y la comencé a seguir. Mi pulso aumentaba, era algo un tanto excitante, comencé a emocionarme conforme me acercaba lentamente hacia ella, ella ni siquiera había notado mi presencia, era perfecto. Sentía como corría la sangre por mis venas, cada vez más rápido, en eso sonó mi celular. No podía creerlo, ¿cómo se me fue a olvidar apagarlo?, tal vez fue tanta adrenalina. El sonido del celular hizo que la mujer volteará y se me quedará viendo de una manera muy acusadora y un tanto extraña. Saque el celular de mi pantalón y vi que era una llamada de Samuel, tenía que contestar. Así que conteste y me regrese a donde estaba mi automóvil, irónicamente Samuel llevaba varios días sin llame, no pudo escoger peor momento para hacerlo.

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